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¿Qué es la anorexia nerviosa?

Es un trastorno de la alimentación que afecta sobre todo a adolescentes mujeres, aunque la incidencia en la población masculina y adulta en general va claramente en aumento.

No se trata de falta de apetito, sino que estos sujetos temen estar gordos y les asaltan frecuentemente impulsos de insaciable oralidad.

La anorexia nerviosa se traduce en restricciones de la alimentación que a menudo tienen como pretexto, al menos al principio, un régimen fundado en razones estéticas.

Existe un factor sociológico claro que parece jugar un cierto papel en el aumento de los casos, este es el de la aversión cultural a la gordura y el ensalzamiento de un modelo de mujer delgada.

Las restricciones alimenticias pueden acompañarse de vómitos provocados y de ingesta de laxantes y diuréticos. Producen el desvanecimiento de las formas femeninas, la reducción de los músculos, diversos trastornos psicosomáticos, amenorrea, y a veces peligra la vida.

La anorexia nerviosa suele venir acompañada de hiperactividad con lo que se aumentan las necesidades metabólicas, convirtiéndose el cuadro entonces en un circulo vicioso y peligroso.

Generalmente la anorexia hace su aparición en la pubertad, pudiendo persistir en forma modificada toda la vida. La familia tipo de la anorexia, a nivel descriptivo, es la que está compuesta por una madre dominante y controladora y un padre con relación mínima con la hija.

10 Síntomas de la anorexia nerviosa

A continuación, señalamos los síntomas que caracterizan a la anorexia nerviosa:

  • Restricción voluntaria de alimentos con contenido calórico elevado.
  • Preparación de los alimentos a consumir mediante cocción o plancha.
  • Disminución de la ingesta de líquidos.
  • Conducta alimentaria extraña (come de pie, corta el alimento en pequeños trozos, etc.)
  • Aumento de la actividad física para aumentar el gasto de energía consumida.
  • Disminución de las horas dedicadas al sueño.
  • Irritabilidad y cambios bruscos de humor.
  • Pesarse de manera compulsiva.
  • Empleo de laxantes y diuréticos.
  • Aislamiento social.

Criterios

Si bien es importe qué síntomas tiene la anorexia también es fundamental los criterios para determinar su diagnóstico.

A continuación, señalamos los criterios desplegados en el Manual DSM-5.

Un elemento fundamental que debemos de tener en cuenta para realizar un diagnóstico es que no basta con la pérdida de peso, aunque se encuentre dentro de los valores IMC para indicar la anorexia nerviosa; pueden suceder circunstancias que favorezcan la pérdida de peso, sin ser una anorexia, y estaríamos frente a lo que algunos denominan anorexia nerviosa involuntaria.

Por ello, como es por otros factores, mejor no indicarla ni siquiera como involuntaria, no lo es.

Criterios anorexia nerviosa

  1. Restricción del consumo energético relativo a los requerimientos que conlleva a un peso corporal marcadamente bajo. Un peso marcadamente bajo es definido como un peso que es inferior al mínimo normal o, para niños y adolescentes, inferior a lo que mínimamente se espera para su edad y estatura.
  2. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, o una conducta persistente para evitar ganar peso, incluso estando por debajo del peso normal.

  3. Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, exageración de su importancia en la autoevaluación o persistente negación del peligro que comporta el bajo peso corporal actual.

    Especificar si:

    F50.01) Tipo restrictivo: durante los últimos tres meses, el individuo no ha tenido episodios recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización incorrecta de laxantes, diuréticos o enemas). Este subtipo describe presentaciones en las que la pérdida de peso es debida, sobre todo a la dieta, el ayuno y/o el ejercicio excesivo

    (F50.02) Tipo con atracones/purgas: durante los los últimos tres meses, el individuo ha tenido episodios recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización incorrecta de laxantes, diuréticos o enemas)

    Especificar si:

    En remisión parcial: después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para la anorexia nerviosa, el criterio A (peso corporal bajo) no se ha cumplido durante un periodo continuado, pero todavía se cumple el criterio B (miedo intenso a aumentar de peso o a engordar, o comportamiento que interfiere en el aumento de peso) o el criterio C (alteración de la autopercepción del peso y la constitución).En remisión total: después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para la anorexia nerviosa, no se ha cumplido ninguno de los criterios durante un periodo continuado

    Especificar la gravedad actual:

    La gravedad mínima se basa, en los adultos, en el índice de masa corporal (IMC) actual (véase a continuación) o, en niños y adolescentes, en el percentil del IMC. Los límites siguientes derivan de las categorías de la Organización Mundial de la Salud para la delgadez en adultos; para niños y adolescentes, se utilizarán los percentiles de IMC correspondientes. La gravedad puede aumentar para reflejar los síntomas clínicos, el grado de discapacidad funcional y la necesidad de supervisiónLeve: IMC≥17 kg/m2Moderado: IMC 16-16.99 kg/m2Grave: IMC 15-15.99 kg/m2Extremo: IMC <15kg/m2

¿Cuál es el tratamiento de la anorexia?

El Yo del paciente anoréxico está escindido, conteniendo áreas de funcionamiento pseudonormal y una capacidad variable de transferencia.

Puede estar indicado, en dependencia del caso, la terapia psicodinánica. En el caso de las adolescentes, es recomendable que los padres hagan una terapia conjunta.

La posibilidad de tratamiento una persona anoréxica pasa, en la mayoría de los casos, en dejarla hablar, en no meter nada en la boca, es decir, no darle consignas.

Quizás después de vomitar la comida que no quería es cuando pueda comenzar a hablar de su deseo, a ir dejando escapar lapsus que hablen de ruptura, de hacerse sujeto.

El terapeuta está llamado a escuchar, fundamentalmente, a dar la oportunidad de que se vaya construyendo un sujeto y un deseo, caso a caso, uno por uno. En nuestro curso sobre TCA hablamos de ello extendidamente.

Podemos considerar el síntoma de la anorexia dentro de una estructura y no como un desorden que hay que eliminar de cualquier forma. Se trata de que se simbolice, de que el sujeto tenga la capacidad de articular palabras y sentido, aquello que se deposita en el cuerpo en su vertiente mortífera.

La insistencia en el control del peso en ciertos centros terapéuticos, la insistencia en las calorías, en los controles cuasi policíacos frecuentes, no pueden originar otra cosa que el refuerzo de la identidad anoréxica.

Una de las características de la época es la caída de los ideales y una cierta debilidad de lo simbólico. Los ideales tienen la eficacia de proponer imperativos, ya que el mundo moderno está gobernado por unos ideales que no están al servicio de la orientación del sujeto.

El objeto del tratamiento consiste en tratar la cuestión mortífera que despliega un sujeto contra su cuerpo y su existencia.

Una de las dificultades en el tratamiento de estos pacientes es la instauración de la relación terapéutica vía transferencial, sobre todo teniendo en cuenta que al sujeto lo suelen traer los padres.

El sujeto, en la mayoría de los casos, chica, suele zafarse de su lugar de sujeto. Es un objeto de los padres, de la sociedad, de su prejuicio al pensar que la estamos juzgando.

Al mismo tiempo eso le da identidad, “es una anoréxica”. Esta ambivalencia complica la relación terapéutica. Es decir, además de ser anoréxica quien es, esta es la pregunta que tiene que abrirse para el paciente.

En la adolescencia, la anorexia puede ser considerada como una melancolía en presencia de una sexualidad rudimentaria, es una pérdida del apetito relacionada con una pérdida de la libido.

Es una posición masoquista la negación del placer de la comida. Si el otro se angustia ya no puede gozarme, este es el sentido (allí donde el sujeto presupone que el otro, la madre, goza de ella, ésta lo deniega bajo la premisa masoquista indicada). Es una defensa, un límite al otro, una búsqueda de identidad, pero desde un lado patológico.

En nuestra intervención como terapeutas debemos de ser cuidadosos ya que el paciente puede hacer equivalente las preguntas e interpretaciones que le hacemos con la intrusión de ese otro, representado en la figura de la madre, y la demanda oral.

El sujeto se encuentra entre ser objeto oral del otro, como indicamos representado por la madre, y la posibilidad de hacerse sujeto. Desde nuestro lugar, le podemos ofrecer una escucha que le devuelva sus palabras donde se puede constituir como sujeto.

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